La nueva gestión de la energía en la era de la post pandemia

Se abre la puerta para consolidar el despliegue de renovables en este escenario de post pandemia, pero dependerá de muchas variables vinculadas. Por ejemplo, cuál será la agresividad de los gobiernos para implementar políticas a favor de ello; cuál será también la voluntad política de los organismos multilaterales para presionar en esa dirección, qué nivel de impacto económico tendrán el sector del oil and gas y los Estados que dependen de ello; de qué manera las presiones corporativas del sector de no renovables redundarán en presiones políticas hacia una salida más lenta; cuál será la decisión final de los inversionistas institucionales; en qué medida los activistas tendrán cada vez más fuerza y presión hacia la transición energética; cuán más eficiente se tornará la autonomía técnica del sector renovable; cuánto impacto generará la digitalización en la eficacia y eficiencia de las renovables; qué riesgos reales tenemos de nuevas crisis pandémicas, entre muchas variables más.

Por: Miguel Castañeda Loayza

Las profundas incertidumbres y tensiones económicas y financieras globales, aunadas a la incapacidad de poder predecir el futuro cercano, están haciendo que los diversos Estados y sectores productivos vayan con mucha cautela. En el caso de España, por ejemplo, no todas las comunidades autónomas tienen las mismas velocidades de desescalada.

En cuanto al sector corporativo, se vienen transformaciones profundas. Incluso cambios en los modelos de negocio. Cierres de fábricas como el caso Nissan en Barcelona; las quiebras sistemáticas de muchas empresas del sector turismo y algunas del sector de la moda; los rescates empresariales como el de Lufthansa y Air France; adquisiciones y fusiones, entre otras, serán un denominador común los próximos meses. En este escenario, hay un aspecto central que también está en este dilema transformador: el futuro de la gestión de la energía.

Hasta inicios del presente año, se vislumbraba un crecimiento económico global del orden de 2,5% , que promovía un aproximado crecimiento del sector energético con gastos globales de capital por encima del 2.00%. Este esquema de inversiones era variopinto con infraestructura de todo tipo, donde la energía más consumida aún sigue proviniendo de recursos no renovables, altamente contaminantes, como la que proviene del sector oil and gas. Aunque, es cierto, también, con un claro y continuo crecimiento de inversiones en las energías renovables.

Pues bien, la industria energética que emergerá de esta crisis será significativamente diferente de la anterior. Las vulnerabilidades y las implicaciones van a ser distintas entre las compañías y los propios Estados, dependiendo de si están invirtiendo en combustibles fósiles o tecnologías bajas en carbono. También serán distintas, de acuerdo a su respectivo contexto geopolítico, mecanismos de alianzas regionales y dinámica comercial preestablecida.

La propagación de la pandemia de Covid-19, entonces, ha superado estas expectativas de crecimiento inicial, y este 2020 será testigo de la mayor disminución en la inversión energética que se haya registrado a la fecha, con una reducción de un quinto, o casi USD 400 mil millones, en gastos de capital en comparación con 2019, según datos de la Agencia Internacional de Energía.

Los Estados de la Unión Europea y el mundo entero, al mismo tiempo que vienen ejerciendo mucha preocupación en sus sistemas de salud pública, van mirando el aspecto energético como un estamento estructural en su nuevo despegue económico. Sin embargo, ahora, también lo vienen ligando a la descarbonización por evidencias científicas, presiones políticas y algunas exigencias de los mercados financieros. Los riesgos del calentamiento global por el cambio climático, al parecer, empiezan a ser tomados en cuenta con mayor preocupación. Europa con el Nuevo Pacto Verde marca la pauta y España, por ejemplo, a partir de su nueva propuesta de Ley de Cambio Climático, presentado hace algunos días, ya nos está mostrando el camino que va a seguir.

Efectos en el sector energético

Hace algunos días salió un último informe denominado World Energy Investment 2020 (WEI2020), redactado por la Agencia Internacional de Energía (AIE). En dicho informe se nos proporciona una perspectiva única e integral sobre cómo los flujos de capital de energía están siendo remodelados por la crisis. En él también se incluyen las estimaciones de todo el año para la inversión mundial en energía lo que queda de este 2020.

Este nuevo informe evalúa qué áreas están más expuestas y cuáles están demostrando ser más resistentes. El análisis también proporciona información crucial para gobiernos, inversores y otras partes interesadas sobre los nuevos riesgos para la seguridad energética y la sostenibilidad, y qué es lo que se puede hacer para mitigarlos. Aquí, la perspectiva del Green New Deal o Nuevo Pacto Verde tiene un espacio estratégico bastante bien posicionado. Pero este es un tema que tocaremos más adelante con mayor profundidad.

Para nadie es desconocido que este es un sector que está directamente impactado por la recesión que estamos viviendo en estos momentos; y cuya expectativa de desinversiones e impacto negativo avanzará buena parte del 2021. Todo ello se sustenta en las restricciones prolongadas a la movilidad; así como a los cuidados en las diversas actividades sociales y económicas de aquí para adelante. El mundo no será el mismo. La apertura gradual de las economías; la disparidad en los impactos del virus; la diversa institucionalidad sanitaria, instalada alrededor de la pandemia; los intereses y cuidados de las diversas naciones; la cultura de riesgos para abrir las fronteras, entre otros componentes, configuran un orden económico global muy distinto al que conocimos antes de la pandemia. Todo irá más lento por un tiempo largo. Y allí, al centro, estará el consumo de energía.

Ahora, para la mayoría, la recuperación tiene forma de U, cuando algunos vaticinaban que tendría forma de V. Pero ¿qué pasaría si hay un rebrote? ¿Qué pasaría si los planes de desescalada no son cuidadosamente implementados y la ciudadanía no ayuda en sus nuevos comportamientos? Los nuevos cuidados y planes de confinamiento, en esa posibilidad indeseada, serían mucho mayores. En consecuencia, la economía, las actividades sociales y productivas y la gestión de la energía, como la conocemos, tendría un nuevo replanteamiento. Lo cierto es que se están proponiendo distintos niveles de intervención, desde el campo de la acción política, pasando por la gestión empresarial hasta los nuevos enfoques corporativos, como bien recomienda Wayne Visser, por ejemplo, hacia una transformación sostenible.

Pero dejemos las especulaciones y vamos con los hechos concretos. A la fecha, lo que sabemos es que, según el FMI, el producto interno bruto (PIB) mundial disminuirá, aproximadamente un 6% este 2020. Una recesión con riesgos de depresión económica. Para algunos países, como España se podría llegar a un 10%. ¿Qué efecto tiene ello en el sector energético?

Para la AIE, los efectos sobre la inversión energética en este escenario de recesión, provienen de dos direcciones. Primero, los recortes de gastos debido a una menor demanda agregada y menores ganancias. Estos recortes han sido particularmente severos en la industria petrolera, donde los precios se han derrumbado. En segundo lugar, la interrupción práctica de la actividad de inversión causada por confinamientos, bloqueos y restricciones en el movimiento de personas y bienes.

Por ejemplo, “una idea clave del análisis de los datos diarios (hasta mediados de abril) es que los países con bloqueo total están experimentando una disminución promedio de 25% en la demanda de energía en relación con los niveles típicos y los países con bloqueo parcial una disminución promedio de 18%”.

Según el informe en mención, en este contexto energético, el petróleo está siendo el más afectado por este choque debido a la reducción de la movilidad y la aviación, que representan casi el 60% de la demanda mundial de petróleo. En el apogeo de los bloqueos en abril, cuando más de 4 mil millones de personas en todo el mundo fueron sometidas a algún tipo de confinamiento, la demanda anual de petróleo se redujo en alrededor de 25 mb / d. Para todo el año, la demanda de petróleo podría caer en 9 mb / d en promedio, devolviendo el consumo de petróleo a los niveles de 2012.

Inversión en Energía

Ante todo lo explicado en los párrafos anteriores, se prevé que la inversión energética general en todo el mundo disminuya este 2020 en un 10% estimado, como resultado de la pandemia de Covid-19. Esto marca una ruptura dramática con la situación a principios de año, cuando las expectativas de las compañías, la planificación de gastos de capital y las actividades de expansión de capacidad en curso sugirieron, como lo mencionamos al inicio, un aumento de alrededor del 2%.

La inversión en energía refleja los gastos de capital en curso en proyectos en construcción. Como tal, esta disminución está influenciada no solo por las nuevas adiciones de capacidad y renovaciones esperadas para este año, sino también por el gasto en activos que se entregarían en los próximos años. Las políticas gubernamentales desempeñarán un papel fundamental para suavizar el impacto y, como se señaló en ediciones anteriores de WEI , más del 95% de las inversiones en energía están incentivadas por regulaciones y contratos. Como es usual el sistema político tiene mucho que ver en la manera como se promoverá o bloqueará las inversiones en infraestructura energética.

Entre fósiles y renovables hay diferencias sustanciales en las estimaciones de reducción. Algunas partes de la inversión en energía están más expuestas que otras, particularmente la generación basada en combustibles fósiles, todo ello debido a que la menor demanda y los precios de la electricidad crean menos necesidad de nueva capacidad. En ese marco agregan presión sobre los márgenes. Recuérdese que la inversión en nuevas plantas de carbón ya ha caído bruscamente en los últimos años y se prevé que disminuya en más del 11%, con recortes concentrados en Asia (léase mayormente China).

Por otro lado, para este WEI2020, los efectos sobre la inversión en la generación a gas surgen principalmente de los retrasos en las economías emergentes ricas en gas, como la región de Oriente Medio y África del Norte (MENA), donde el gasto cae en aproximadamente un tercio. Esto se da, principalmente, dada la alta participación del sector público en el sector, menores ingresos esperados de productos básicos y un aparato fiscal muy limitado. Se estima, entonces, una reducción en la inversión total de energía basada en fósiles del 15% a nivel mundial, en comparación con 2019.

Sin embargo, para los investigadores, se han enviado mayores cantidades de energías renovables durante el cierre debido a los bajos costos operativos y el acceso prioritario a las redes: esto, junto con los contratos a largo plazo, ha ayudado a respaldar los ingresos. Pero pese a ello, la inversión en nueva capacidad de energías renovables se ve afectada ya que los confinamientos, bloqueos y las restricciones de movilidad afectan los cronogramas de producción, sistemas de envío y procesos de construcción; así como el cambio de las expectativas de demanda y las medidas de políticas y adquisiciones. Se estima, entonces, una reducción general del 10% en el gasto en energía renovable en comparación con 2019.

Ahora bien, discriminando por segmentos, entre las energías renovables, la energía fotovoltaica distribuida se ha visto muy afectada. Esto es lógico que se dé a medida que los hogares y las empresas reducen el gasto y las actividades de instalación enfrentan la mayor interrupción debido a los confinamientos. El efecto en los proyectos de energía eólica y solar fotovoltaica a escala de servicios públicos es menor, y el gasto también está influenciado por las continuas reducciones de costos, especialmente en energía solar fotovoltaica. No obstante, las decisiones finales de inversión (FID) para energía solar y eólica a escala de servicios públicos en el primer trimestre de 2020 disminuyeron a los niveles del primer trimestre de 2017. Se prevé que la inversión en tecnologías de mayor tiempo de ejecución, eólica e hidroeléctrica en alta mar, aumente con el apoyo de proyectos en curso en todo el mundo y la finalización de dos megaproyectos hidroeléctricos en China, aunque existe el riesgo de retrasos en algunas regiones.

¿Cómo están los costos entre fósiles y renovables?

A pesar de la creciente competitividad de costos, que ha respaldado el creciente despliegue de energía solar fotovoltaica y eólica en la última década, las inversiones en energías renovables no se están expandiendo a la velocidad necesaria para alinearse con los objetivos de sostenibilidad. Tendrían que duplicarse en la próxima década. Dicho esto, las decisiones de asignar capital a diferentes mezclas de combustibles y tecnologías dependen en gran medida del desempeño financiero, teniendo en cuenta no solo los rendimientos, sino también el nivel de riesgo.

La AIE y el Imperial College de Londres están investigando la propuesta de riesgo y rentabilidad disponible para los inversores en el sector energético a través de una serie de informes especiales. El primer estudio se centra en el desempeño financiero histórico de los combustibles fósiles versus la energía renovable en los mercados de renta variable cotizados de economías avanzadas seleccionadas. Se construyó carteras de inversión hipotéticas para comparar segmentos de negocios de combustibles fósiles y energías renovables en tres geografías: Estados Unidos, Reino Unido y Alemania y Francia. La metodología descrita en el informe se extenderá a otros países e inversiones no cotizadas (es decir, mercado privado) en trabajos futuros. ¿Cuáles fueron los hallazgos?

Los resultados indican que las acciones de energías renovables en estos mercados durante la última década ofrecieron retornos totales más altos en relación con los combustibles fósiles, con menor volatilidad anualizada (una medida del riesgo de inversión). Durante enero-abril de 2020, las compañías de energía renovable se mantuvieron mejor que las compañías de combustibles fósiles durante un período de fuerte estrés y volatilidad.

Entonces, ¿por qué el aparente atractivo financiero de la energía renovable en los mercados de valores no ha resultado en una reasignación más pronunciada del capital inversor? Una razón es que las características de una cartera de energía renovable dedicada son sustancialmente diferentes de las de la cartera pura de combustibles fósiles. Estas características (como la capitalización de mercado promedio, la relación de pago de dividendos, la estructura de capital de la empresa y la liquidez) son muy importantes para los grandes inversores institucionales. Es posible que se requieran medidas adicionales y desarrollo para preparar a la industria para un apoyo total de Mercados de Renta Variable cotizados. La rapidez con que esto ocurra y si las normas existentes en la industria de inversión se adaptarán a las necesidades de financiamiento de una clase de activos relativamente nueva, son preguntas clave para un estudio más profundo.

La Descarbonización

Hace algunos meses El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas publicó un documento sobre los escenarios futuros y las complementariedades necesarias hacia la descarbonización. Hoy en un contexto post pandemia, este análisis y sus respectivas recomendaciones cobran mucho más vigencia.

Según este informe, se afirma que “limitar el calentamiento global a 1.5°C requeriría cambios rápidos, de largo alcance y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad ”. En este sentido está quedando bastante claro que esta ambición para cumplir con nuestros objetivos de emisiones globales se requerirá no solo una transformación de nuestro sistema energético, sino también un replanteamiento de nuestros comportamientos individuales y colectivos, desde la forma en que controlamos la temperatura de nuestros hogares, viajamos por nuestro planeta, fabricamos nuestros productos hasta la manera de comunicarnos digitalmente y los mecanismos de compra de bienes y servicios.

En un documento publicado en setiembre del 2019, denominado “Hoja de ruta hacia 2050: Un manual para que las naciones descarbonicen a mediados de siglo”, publicado por Sustainable Development Solutions Network (SDSN) and Fondazione Eni Enrico Mattei (FEEM), se afirma que la descarbonización, entonces, para un mundo de cero emisiones para mediados de siglo va a exigir políticas claras con un marco normativo de alcance global y medidas estrictas, eficientemente adoptadas e implementadas con la mayor celeridad posible. Lo que no es un desafío de investigación complejo ya que tenemos las tecnologías para seguir esta dirección.

Para este proceso de descarbonización se exige una intervención multidisciplinaria e interdependiente donde los científicos, ingenieros y expertos técnicos desempeñen un papel crucial en el diseño de nuevas vías en sectores específicos, intensivos en energía. Estamos hablando, por ejemplo, de los sectores energéticos, propiamente dichos, la industria pesada, el transporte y la construcción de nuevos edificios e infraestructura vial.

A mediados del 2019, más de sesenta expertos técnicos de todo el mundo se reunieron en Milán para asistir al Taller Científico de dos días organizado por Fondazione Eni Enrico Mattei (FEEM) y la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible (SDSN) para discutir el estado de las tecnologías de descarbonización que puede acelerar el cambio global hacia la descarbonización. En este espacio se identificó estos cuatro sectores productivos.

Los cuatro sectores principales identificados para este ejercicio fueron, entonces, la energía, la industria, el transporte y la construcción. Cabe señalar que, si bien el uso de la tierra y la agricultura se identificaron como sectores adicionales críticos para cerrar la brecha de emisiones, los análisis para estos últimos sectores no se incluyen en este informe de FEEM y SDNS.

El enfoque sistémico

Para entrar en la teoría de sistemas podríamos abordarlo desde diversos autores, sin embargo mucho mejor será aterrizarlo en una actividad concreta con la cotidianidad de sus problemáticas. Así, como estamos hablando de gestión de la energía y la descarbonización, ciertamente es allí donde debemos dirigirnos. Para ello tocamos los diversos aspectos que encierra la gestión de la energía como por ejemplo los aspectos regulatorios del cambio climático. Allí encaja el Acuerdo de Paris y su activa presencia regulatoria vinculante.

Siguiendo el objetivo del Acuerdo Climático de París para fortalecer la respuesta global a la crisis climática «en el contexto del desarrollo sostenible y los esfuerzos para erradicar la pobreza», esta Hoja de Ruta para 2050 se concibe en un «enfoque de sistemas», que aspira a abordar simultáneamente múltiples objetivos, promoviendo instrumentos de política y desarrollando soluciones tecnológicas que pueden usarse en todos los sectores. Todo junto en un solo esquema de análisis e intervención.

Entonces, aquí nos encontramos nuevamente con la descarbonización y sostenibilidad ambiental; la prosperidad económica (incluida la reducción de la pobreza) y la inclusión social, como objetivos múltiples e imprescindibles.

Pero más aún, en este marco, hay una serie de instrumentos de política que incluyen inversiones públicas, eliminación gradual de subsidios a combustibles fósiles, nuevos mecanismos de mercado, marco regulatorio para nuevas edificaciones e instalaciones y regulaciones sobre el uso de la tierra. Pero también hay aspectos tecnológicos con aplicaciones, metodologías e instrumentos que abordan una amplia gama de soluciones actuales y emergentes, desde redes eléctricas inteligentes, innovación en acumuladores y baterías, hasta combustibles sintéticos.

Una perspectiva de sistemas reconoce, entonces, la interconectividad e interdependencia de las acciones hacia uno o más de estos objetivos mencionados, utilizando uno o más de los instrumentos de política o soluciones tecnológicas identificadas. Es cierto que cada contexto y experiencia podrían utilizar más objetivos u otros instrumentos. Pero el mensaje yace en la necesidad de abordar este asunto como un sistema altamente integrado.

No debemos centrarnos en aspectos individuales, aislados y cortoplacistas. El análisis de prospectiva debe ser una constante en el diseño y el desarrollo. Una acción en un componente puede ser perjudicial para otra, mientras que algunos esfuerzos combinados podrían amplificar sus efectos acumulativos y lograr múltiples objetivos. Por ejemplo, la red eléctrica en sí misma representa un sistema complejo que debe continuar funcionando de manera confiable y eficiente, incluso cuando se emprende la transformación más profunda de su historia. Ninguna política o tecnología puede lograr la descarbonización por sí misma o implementarse sin la debida consideración de sus efectos dominó, o el delicado estado del sistema actual más amplio.

Las imprescindibles complementariedades

De acuerdo a los hallazgos y aportes de este reporte mencionado párrafos arriba, al adoptar un enfoque de sistemas, se deben considerar muchas complementariedades para gestionar la complejidad del sistema energético:

(1) Complementariedades de fuentes de energía renovables variables. La energía eólica, solar e hidroeléctrica varían por minuto, día, temporada y año. Los sistemas digitales desempeñarán un papel importante en la coordinación de la complejidad de la red aumentada y la flexibilidad requerida.

(2) Complementariedades entre las tecnologías sin carbono. Como un ejemplo obvio, los vehículos de cero emisiones dependen de fuentes de energía complementarias de cero carbono y la infraestructura para alimentarlos.

(3) Complementariedades de las inversiones públicas y privadas. Partes del sistema energético están en manos privadas con fines de lucro, y las estas partes son de propiedad pública. Se necesitará un esfuerzo y análisis significativos para armonizar las inversiones públicas y privadas, para reconocer el papel diverso que pueden jugar y las sinergias que puede crear su acción conjunta.

(4) Complementariedades de sistemas naturales y de ingeniería. Lograr emisiones netas negativas requeriría el almacenamiento biológico de dióxido de carbono (CO2) en la vegetación y los suelos mediante la preservación de los bosques existentes, la restauración de hábitats degradados y la reforestación para aumentar los sumideros de carbono naturales. Deben descartarse estrategias energéticas que amplifiquen la degradación del uso del suelo.

(5) Complementariedades de mitigación y adaptación. Las medidas de adaptación también pueden contribuir a las estrategias de mitigación. La restauración de los bosques y la protección de los humedales costeros ayudaría a resistir las marejadas ciclónicas causadas por el aumento del nivel del mar, promovería la producción de alimentos resilientes y aseguraría el carbono, cumpliendo así los propósitos de adaptación y mitigación.

(6) Complementariedades de soluciones centralizadas y descentralizadas. Los recursos de energía renovable son, por naturaleza, diferentes de un lugar a otro y las restricciones en la disponibilidad y uso de la tierra pueden requerir diferentes configuraciones de energía.

(7) Complementariedades de acciones y estrategias en diferentes geografías. Los esfuerzos para abordar la descarbonización podrían ser similares para las grandes ciudades de América del Norte y Europa, pero no se aplicarían a gran parte del África subsahariana. Las áreas urbanas también son diferentes de las áreas rurales donde la lucha para brindar acceso a la energía y otros servicios a todos sigue siendo un desafío. Tratar de imponer el mismo camino en diferentes contextos puede conducir al fracaso y a la continuación de los escenarios comerciales habituales.

(8) Complementariedades de actividades de I + D apoyadas por instituciones de investigación y academia, financiadas por los sectores público y privado. Estas actividades deben apuntar a promover una innovación altamente innovadora que alimente continuamente el proceso de descarbonización y mantenga bajo control cualquier riesgo de bloqueo de soluciones que pueden no contribuir a la descarbonización total a largo plazo.

Para dar sentido a este sistema muy complejo e integrado de plantas de poder y energía, los autores de este informe han identificado Seis (6) pilares de la descarbonización construidos en Cuatro (4) premisas generales a partir de las cuales cada país puede comenzar a desarrollar su hoja de ruta para la descarbonización a mediados de siglo

Las Premisas

1. El desarrollo de una política climática integral dependerá de contextos geográficos y sociales específicos, particularmente en áreas en desarrollo o de bajos ingresos, para satisfacer las necesidades tanto de la sociedad como del planeta.

2. Se requiere una gran cooperación y coordinación en términos de diseño e implementación de políticas: Las partes interesadas deberán considerar el uso integrado de diferentes recursos, tecnologías o procesos para garantizar la inclusión y el desarrollo socioeconómico de las comunidades y la competitividad de las empresas en el mercado global.

3. Los marcos regulatorios flexibles y receptivos a la innovación son fundamentales para abordar el desafío.

4. Se deben realizar esfuerzos sustanciales para asignar inversiones consistentes en investigación y desarrollo, ya que los avances tecnológicos impulsarán la innovación y acortarán el camino hacia la descarbonización global.

Los Pilares

ELECTRICIDAD CERO-CARBONO. Un cambio hacia la combinación de electricidad sin carbono.

ELECTRIFICACIÓN DE USOS FINALES. La penetración de la electricidad, basada en las tecnologías existentes, puede permitir una conversión ecológica para los sectores que actualmente utilizan energía de combustibles fósiles.

COMBUSTIBLES SINTÉTICOS VERDES. Despliegue de una amplia gama de posibles combustibles sintéticos, incluidos hidrógeno, metano sintético, metanol sintético e hidrocarburos líquidos sintéticos aplicables para sectores más difíciles de reducir.

REDES INTELIGENTES. Sistemas capaces de cambiar entre múltiples fuentes de generación de energía y varios usos finales para proporcionar operaciones de sistemas eficientes, confiables y de bajo costo, a pesar de la variabilidad de las energías renovables

EFICIENCIA DE MATERIALES. Elecciones de material y flujos de material mejorados, como reducir, reutilizar y reciclar para mejorar significativamente la eficiencia de los materiales.

USO DE LA TIERRA SOSTENIBLE. Principalmente involucrando al sector agrícola, ya que aporta hasta una cuarta parte de todas las emisiones de gases de efecto invernadero de la deforestación, fertilizantes industriales, ganado y usos directos e indirectos de combustibles fósiles

A modo de cierre

Se abre, entonces, la puerta para consolidar el despliegue de renovables en este escenario de post pandemia, pero dependerá de muchas variables vinculadas. Por ejemplo, cuál será la agresividad de los gobiernos para implementar políticas a favor de ello; cuál será también la voluntad política de los organismos multilaterales para presionar en esa dirección, qué nivel de impacto económico tendrán el sector del oil and gas y los Estados que dependen de ello; de qué manera las presiones corporativas del sector de no renovables redundarán en presiones políticas hacia una salida más lenta; cuál será la decisión final de los inversionistas institucionales; en qué medida los activistas tendrán cada vez más fuerza y presión hacia la transición energética; cuán más eficiente se tornará la autonomía técnica del sector renovable; cuánto impacto generará la digitalización en la eficacia y eficiencia de las renovables; qué riesgos reales tenemos de nuevas crisis pandémicas, entre muchas variables más.

Lo cierto es que como lo decimos al inicio, independientemente de las desescaladas diversas que ya estamos siendo testigos alrededor del mundo, los países se moverán más lento en su velocidad de crecimiento. Eso detiene las grandes inversiones energéticas, pero replantea un nuevo orden. Por su parte las empresas serán más cautas en sus programas de inversión privada productiva. En cuanto al sistema financiero global y gestores de activos ya ven con inquietud los números favorables hacia lo renovable. Y finalmente los Estados mirarán con mucho atractivo ir girando a lo verde, más aún, si ya existe un consenso común casi generalizado de que la transición energética acelerada tiene una fuerte correlación con una mejor gestión de la crisis climática.

Artículo publicado en Linked In de Miguel Castañeda Loayza

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