El largo plazo para el planeamiento de la sostenibilidad global

Para maximizar el bienestar de todos, en aras de la sostenibilidad, es necesario transitar del corto al largo plazo. Los problemas de hoy son importantes. Para ellos existe el plan operativo. Muchos de ellos se abordan desde el control de daños. Pero los asuntos de mediano y largo plazo son trascendentales. Pueden definir la prosperidad y paz futura hasta la supervivencia de nuestra especie.

Por: Miguel Castañeda Loayza.

¿Cómo se genera bien común y sostenibilidad en el marco de las actuales estructuras normativas globales? ¿Qué tipo de innovaciones y prácticas se necesitan para hacer los cambios de timón imprescindibles hacia un planeta más sostenible y menos injusto? ¿Es el actual esquema del Producto Interno Bruto el mejor esquema de medición de progreso y crecimiento integral? ¿Qué aspectos deben impulsarse para no volver a sentir la frustración de la última COP en Madrid? ¿Cómo hacer de Glasgow una COP que cumpla con sus propósitos fundamentales?

Multitudes Inteligentes

A medida que la transformación digital y las redes sociales se hacen más omnipresente, brindándoles a los ciudadanos de todo el mundo la oportunidad de una participación más activa; y los Smart Mobs, tan precisamente descrito por Rheingold, nos confirman que esta es la era de las nuevas revoluciones masivas instantáneas, nos damos cuenta de que hay algo que no empata. Advertimos que no se está escuchando los ruidos recurrentes de la sociedad ni se hace mucho caso a las llamadas de atención planetarias.

Aun se sigue gobernando sobre la base de intereses corporativos y globales poco conscientes de su rol social. No cierra el círculo el modelo económico preponderante y las exigencias de una población cada vez más participativa y determinante que pide a gritos cambios estructurales. El planeta y su perentoria necesidad de reducir el calentamiento global, un gran número de personas que abandonan sus orígenes por condiciones poco favorables y las desigualdades globales, por ejemplo, hacen de nuestra era un espacio histórico que veremos transformarse radicalmente.

Pero esta transformación, al parecer no será muy voluntaria, como siempre ha sucedido en la historia de la humanidad, sino que parece esperarse un colapso social mayor o una medida más agresiva y hostil de una comunidad global cada vez más conectada, más atenta, más consciente y poco incluida en el bienestar de algunos pocos beneficiados. Las élites siguen escuchando y viendo a las multitudes inteligentes, desde Paris hasta Hong Kong, pasando por Nueva York, Londres, Barcelona, Santiago, La Paz, Quito y un Africa cada vez más herida, pero aún no hay esa decisión de cambio estructural que se exige. Se sigue estirando la cuerda en espera de nuevas “primaveras”.

Entre los plazos

Aún están presentes los temores de una recesión global que ni el Banco Mundial ni el Fondo Monetario Internacional parecen entender o valorar. O, acaso, tratan de esconder en una obligación de autoengaño sanatorio. La guerra comercial entre Estados Unidos y China sigue siendo una latencia peligrosa. Su acuerdo aun es precario y provisional. Las consecuencias de las conversaciones de un Brexit duro golpearán Europa de una manera radical y el sobreendeudamiento global, casi generalizado, hacen de esta coyuntura económica una de las más peligrosas en más de una década. Estos problemas serán la agenda más importante en este 2020 por venir. Habrá que hacer un serio control de daños.

Sin embargo, estos temas de coyuntura que encierran riesgos y abordajes de corto plazo no nos pueden hacer perder la perspectiva. Un escaso manejo de los desafíos de largo plazo podría ser muy peligroso para la humanidad. En estos diez años siguientes debemos alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas (ODS 2030) y enfrentar sus metas con mayor aceleración y rigurosidad. Me atrevería a decir que las naciones están en la obligación de empezar una nueva medida de control y acciones más agresivas para estos 10 años que quedan hacia el 2030. DE otra manera se corre el riesgo serio de otro fracaso como los Objetivos del Milenio del 2000.

Por otro lado, es imprescindible cumplir con el Acuerdo de París que plantea a su tiempo ambiciosas metas para el 2050. Los próximos 30 años debemos reducir el calentamiento global y evitar que supere 1,5ºC con respecto a la era pre industrial. El actual esquema productivo adicto a combustibles fósiles no nos ayuda. Y finalmente, otro asunto que está “cocinándose” y tampoco va a parar es la reforma de nuestro sistema económico global con diversas miradas de las distintas economías planteadas en diversos foros y espacios, de las cuales Europa ya tienen centrada su elección en la “economía circular”, como preponderante.

Nuevas medidas de control

En este marco, una de las medidas de control que se debe impulsar es la creación de cuadros de mando que sirvan para evaluar el desempeño de estos cambios necesarios de mediano y largo plazo. De esta manera, poner fin a los procesos de toma de decisión de corto plazo que hasta hoy condicionan el diseño de políticas públicas, económicas y sociales. Se vienen trasformaciones serias en lo público y lo privado que dibujará los procesos actuales desde una perspectiva nunca antes vista.

Se viene, por ejemplo, la revisión de las actuales estructuras regulatorias de la gestación y gestión del sector corporativo, en una derivación del concepto del “capitalismo de las partes interesadas” donde la primacía de shareholder, tan recurrente hasta hoy desde el Friedman de la década del 70, entra en cuestión; y el bien común es más valorado. Así también el Green New Deal como esquema de gestión del sector público regulará los procesos de adquisición de bienes y servicios basados en nuevas políticas de sostenibilidad. Cualquier privado vinculado al sector público tendrá nuevas reglas de juego. O nos adaptamos o perecemos en el intento.

Finalmente, en este escenario, se está diseñando un esquema de toma de decisión vinculante con el Acuerdo de París y los ODS 2030, lo cual es más que imprescindible, si se quiere lograr las metas planteadas. En este contexto, un tema que viene al centro de la revisión es la preminencia del PIB como modelo de medición de referencia y su cancelación como esquema único. Ya algunos importantes economistas globales como Diane Coyle y Mariana Mazzucato, lo vienen acusando. Hay toda una reflexión al respecto a través del Proyecto de Riqueza, por ejemplo.

El sector corporativo es clave

La modalidad de ESG del gran sector corporativo y los esquemas de cumplimiento corporativo autorregulados han demostrado no ser suficiente para el cambio que se necesita. Debido a ello es que la Comisión Europea, por ejemplo, ya ha encargado estudios de postdoctorados en diversas partes de Europa para revisar la nueva regulación corporativa, analizar esquemas alternativos y luego implantarse como modelo replicable y tendencia en Europa. De allí, una generalización global estaría más cerca. Lo que se plantea es transitar hacia un “capitalismo de las partes interesadas” como bien lo viene impulsando la Mesa Redonda Empresarial y el Foro Económico Mundial desde hace algunos años.

Se trata entonces de empezar a actuar y medir, estos 10 años que nos quedan para el 2030 sobre las métricas de crecimiento global, los asuntos del clima y sus respectivos impactos transitorios; así como el nuevo rol del sector corporativo en su impacto socioambiental. Esto último es, para muchos, lo central. Aquí repetimos la necesidad de empezar a trabajar la Responsabilidad Social como enfoque de gestión vinculante a los premios y castigos corporativos, lo que hemos denominado RESENFO.

Encontré opiniones afines desde diversos analistas e investigadores en estas temáticas como Klaus Schwab quien afirma que “la adopción de estos tres cuadros de mando (nuevas métricas de crecimiento global, un rastreador climático y una medida de ESG) contribuiría en gran medida a abordar los mayores desafíos a largo plazo del mundo. También nos ayudaría a aliviar las crisis económicas de hoy y evitar las futuras, al demostrarle a un público descontento que los líderes políticos y empresariales realmente están trabajando para los intereses de todos, y no solo para los suyos”. Schwab invita así a todas las partes interesadas de la economía mundial a unirse a estos esfuerzos para poner fin a la era del corto plazo. Nosotros también los invitamos.

A modo de Cierre

En conclusión, la mirada del largo plazo ya está siendo diseñada, con nuevos procesos que cambiarán las dinámicas públicas y privadas. Aún hay resistencia desde el gran sector corporativo que condiciona las nuevas políticas globales, como se advirtió en la última COP de Madrid, al no abordarse y finalizar los esquemas regulatorios del mercado del carbono, por ejemplo. Pero lo veremos llegar pronto. Tal vez Glasgow sea el anfitrión de este acuerdo. No lo sé.

También no podemos negar los procesos políticos alrededor de ello que mantienen cauto a los organismos multilaterales y a algunas naciones líderes en la necesidad de una radical toma de decisión de cambio y modernidad. Me refiero a la imperiosa necesidad de cambiar, por ejemplo, la matriz energética global hacia la erradicación de combustibles fósiles y el uso de energías y recursos renovables. Aquí subyacen intereses y nacionalismos que condicionan trabas hacia acuerdos colectivos,

Lo cierto es que los procesos de gran avance tecnológico como la manera de gestionar la gran cantidad de Big Data existente en la nube; la inteligencia artificial que viene copando casi todo; y las nuevas “autopistas” que nos brindará la 5G, junto a la dinámica de los sensores que trae la internet de las cosas, harán que ello sea mucho más diverso y rápido. Así lo esperamos.

Tomado del Linked In de Miguel Castañeda Loayza

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