Se acelera caída de precios como producto de la caída del turismo.
El impacto de las actividades negadas al sector turismo está «pasando la factura» en el índice del consumidor. La caída de los precios en España están directamente vinculada al cierre de la gran parte de empresas del sector turismo. Aquí algunos datos publicados en El Mundo.
El miedo a los contagios y la prevención que marcaron la reapertura del sector hostelero y los destinos turísticos a los viajeros internacionales el pasado julio aceleraron la caída de los precios que se había producido en los meses anteriores. El hecho de que este verano la práctica totalidad de los españoles hayan disfrutado de sus vacaciones sin salir del país no ha podido evitar que la tendencia del IPC recogido por el Instituto Nacional de Estadística (INE) se mantuviera en negativo.
De hecho, la bajada de los precios que comenzó el pasado mes de abril se aceleró con un descenso del 0,6% con respecto al mismo mes de 2019, y una caída tres décimas superior a la de junio, cuando decayó el estado de alarma y se relajaron las medidas de confinamiento que se habían decretado en marzo. El INE explicó ayer que este comportamiento de los precios se explica principalmente por el abaratamiento de los servicios de alojamiento y restauración.
Así, el turismo, que en numerosas localidades que a día de hoy estarían prácticamente llenas ha visto reducir su actividad a menos de la mitad con numerosos establecimientos cerrados, ha reducido sus precios en un punto y medio, hasta el 0,3%. A la presión a la baja ejercida por las tarifas de hoteles, cafés y restaurantes se sumaron los alimentos y bebidas no alcohólicas, cuya tasa disminuyó seis décimas y se sitúa en el 2,2%.
Según explicó el INE, los índices de los denominados grupos de bienes y servicios Covid-19, que muestran la evolución de los productos más consumidos por los hogares durante la pandemia también retrocedieron, al registraron una tasa anual del 1,8%, cinco décimas menos que el mes anterior. Entre estos productos destaca el ya mencionado de alimentos y bebidas no alcohólicas y el de los servicios de telefonía y fax, también inferior en dos puntos a la caída de mes de junio.
La caída de precios de los últimos cuatro meses y la expectativa de que no se produzcan fuertes repuntes en lo que queda del año es un factor que afectará al resto de la economía en cuestiones como, por ejemplo, salarios o pensiones.
Así, el sindicato CCOO, que lleva meses advirtiendo de que en el próximo otoño la fragilidad de la economía puede conducir a un proceso intenso de devaluaciones salariales indicó que la debilidad de la inflación permitirá que las pensiones y los salarios ya pactados ganen poder de compra, lo que ayudará a reactivar el consumo.
Sin embargo, el sindicato avisa del riesgo de que a final de año, cuando termine el periodo de seis meses de prohibición de despedir vinculado a los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), se produzca un aumento de las extinciones de contratos, lo que tendría un impacto negativo sobre la recuperación de la demanda y la actividad económica. La recuperación económica más lenta de lo esperado podría llevar a determinadas empresas a sufrir tensiones de liquidez en los próximos meses, un riesgo que el Gobierno pretende mitigar a través de planes de ayudas a sectores en problemas.
Por otro lado, el Banco de España indicó ayer que en 2019 los hogares recibieron financiación bancaria neta positiva por segundo año consecutivo en niveles similares a los de 2018 (0,2% de su renta bruta) debido al aumento de los créditos destinados a consumo y otros fines, en paralelo a un aumento de la riqueza financiera bruta y de la tasa de ahorro, hasta su nivel más alto desde 2013, y un descenso de la ratio de deuda de dos puntos porcentuales, hasta el 57% del PIB
Artículo publicado en El Mundo