Las dificultades para una industria sostenible: Tarragona
«Otro reto de la industria es consumir sólo energía renovable. De los datos de autorizaciones ambientales de las empresas del polígono petroquímico extrae que el consumo de electricidad de la industria de los polígonos de Tarragona es de 2.890 GWh en electricidad, 1.712 GWh en combustibles para obtener calor y 100 GWh en forma de hidrógeno».
Por Joan Vila
Actuar contra el cambio climático es un reto mucho mayor de lo que pensamos. No significa sólo cambiar un combustible por otro, no será suficiente. El cambio, además, deberá ser transformador, dejando de hacer unas cosas para hacer otras nuevas.
En Tarragona los cambios serán posiblemente los más importantes de Cataluña. Al cierre de las centrales nucleares entre 2025 y 2.035 se añadirá la disminución del consumo de combustible para transporte, tanto terrestre como marítimo y aéreo, y la disminución del plástico. El cambio sustancial de la demanda de productos petrolíferos ha podido captar estos días de pandemia, con una caída del consumo en abril del 80% de gasolinas, de un 90% de querosenos y del 94% de los gasóleos. Es una señal de lo que viene. Estimamos que en 2030 habrá en Cataluña un 10% de coches eléctricos (ahora es del 0,31%), un 12% híbridos enchufables y un 23% híbridos convencionales. Este mix conlleva una disminución del 25% del consumo de gasolinas y gasóleos, que dejarán de producir las refinerías con una tendencia a la baja continuada. Algo parecido ocurrirá con el plástico para la eliminación del plástico de un solo uso y por la prohibición de fabricar plásticos multicomponentes, que dificultan la operación de reciclar.
Otro reto de la industria es consumir sólo energía renovable. De los datos de autorizaciones ambientales de las empresas del polígono petroquímico extrae que el consumo de electricidad de la industria de los polígonos de Tarragona es de 2.890 GWh en electricidad, 1.712 GWh en combustibles para obtener calor y 100 GWh en forma de hidrógeno. Si esta energía se produjera con electricidad, se necesitará una energía de 4.702 GWh. Esta cifra es la que consumirían 1.300.000 de hogares, equivalente a la mitad de los hogares de Cataluña. Y, si se tiene que generar con energía renovable, sería necesaria una potencia de 1.600 MW en parques eólicos o bien 2.650 MW en parques fotovoltaicos, con el almacenamiento correspondiente. O una mezcla de ambas soluciones. Hay que elegir.
En Tarragona los cambios seran posiblemente los más importantes de Cataluña con el cierre de las nucleares y el menor consumo de combustible y de plástico.
La respuesta no tiene por qué ser totalmente eléctrica. Por ejemplo se puede emplear la biomasa y la valorización de residuos para producir vapor. El hidrógeno se percibe clave en la transformación de la industria petroquímica, con unos rendimientos de generación superiores al 70%. Por eso la transformación energética de las comarcas de Tarragona será impresionante, tanto por el cierre de las 3 centrales nucleares, como por la cantidad de centrales eólicas y fotovoltaicas, así como por el reto de liderar una producción de hidrógeno importante. Es claro que, aunque más duro será reorientar toda la producción petroquímica hacia una nueva química basada en el hidrógeno, erradicando progresivamente gasolinas y gasoil.
Las comarcas de Tarragona tienen una población de 796.000 personas. En las empresas petroquímicas trabajan 5.162 personas directamente, más 8.930 indirectos y 9.442 empleos inducidos. Con el efecto multiplicador de 1,73 y 0,67 que utiliza FEIQUE llegaría a una afectación total de 23.500 trabajadores. Si el 25% de pérdida de demanda se traslada directamente al trabajo, esto puede suponer una pérdida de 5.900 puestos de trabajo. Si añadimos el impacto por el cierre de las centrales nucleares, habrá 2.190 empleos menos, que repercuten en 2.844 empleos más por efecto multiplicador.
¿Qué puede hacer la economía tarraconense para adecuarse al cambio? Ser el polo de energías renovables y de hidrógeno de Cataluña. Ambas cuestiones van ligadas. El complejo petroquímico tiene la capacidad para transformarse hacia una nueva química, y los tres grupos nucleares son nudos eléctricos básicos por el sistema eléctrico español. La producción de hidrógeno en el polígono, para ser transformado internamente y para servir al resto de usos de movilidad, debe combinarse con la producción de hidrógeno a los emplazamientos de las centrales nucleares una vez cerradas, lugares que serán básicos en el apoyo derivado de la intermitencia del sistema eléctrico. En la misma dirección va la central de turbina-bomba de Ribarroja. En este sentido hay que felicitar la URV que ha impulsado la Plataforma Hidrógeno Verde Cataluña Sur buscando fondos europeos para liderar el camino.
Adaptarse a esta nueva situación requiere decisión y valentía. Construir parques eólicos por 1.500 MW y fotovoltaicos para 2.000 MW puede suponer la creación de 3.750 puestos de trabajo. Si de las centrales nucleares se puede mantener la mitad del trabajo y la actividad petroquímica aguanta gran parte por la nueva química, el nuevo escenario para las comarcas tarraconenses se puede salvar. No es fácil, pero la transición climática, con una nueva economía, no lo será para nadie.
Por lo tanto, no vale esconder la cabeza bajo el ala y esperar que los batacazos vengan fruto de la improvisación. Convencer a las multinacionales del polígono se hará mostrando que la infraestructura renovable se está haciendo con decisión. El debate hay que hacerlo con valentía. Nos jugamos el futuro.
Fuente: DiarideTarragona