Valero: «No hay otra vía: La Economía Circular es la opción»
En esta breve entrevista a Antonio Valero Capilla, Director del Instituto CIRCE de la Universidad de Zaragoza, desarrollada en el ISWA 2019, en Bilbao, nos confirma que la economía circular es la única vía hacia una cambio de modelo positivo. Nos habla también sobre su opinión acerca de los ecodiseños
«Se necesita gestionar mejor los desperdicios como activo. Y la economía circular va hacia ello. Es necesario pensar en Cero Desperdicios en nuestras sociedades, de otra manera no tendremos futuro».
¿Qué tan importante es la economía circular para el futuro?
La relación entre el cambio climático y la economía circular es tan fuerte y tan estrecha que los tomadores de decisión política no pueden escapar a esta responsabilidad. La única forma de abordar esto es capturar la economía circular como el único modelo actual de gestión para combatir el cambio climático y el calentamiento global.
Somos una sociedad del desperdicio. Usamos equipos eléctricos y electrónicos con una vida cada vez más corta. Muchos de estos equipos así como todas las tecnologías energéticas renovables contienen una infinidad de metales raros cuya escasez en el planeta es notoria. Casi todos, a este ritmo de consumo se terminarán en pocas décadas o a fin de este siglo. Además, en una generación como máximo, todos estos desperdicios serán tan grandes que ningún gobierno podrá manejarlo. Es por ello importante que todos los tomadores de decisión se den cuenta de que no es suficiente lo que hacen. Es necesario advertir que no es suficiente tener energías renovables en sociedades electrónicas y digitalizadas, pensando que ellas serán nuestra salvación. Esto no es verdad. Se necesita gestionar mejor los desperdicios como activos a explotar incluso con menor impacto ambiental que las propias minas de quien proceden. Y la economía circular va hacia ello. Es necesario pensar en Cero Desperdicios en nuestras sociedades, de otra manera no tendremos futuro.
¿Qué hay acerca de los organismos multinacionales como la Comisión Europea, el Banco Mundial o las Naciones Unidas? ¿Están haciendo lo suficiente?
En mi opinión, lo que estamos haciendo es gestionar los residuos, es decir, colocarlos en algún vertedero específico en vez de mezclarlos con otros residuos o simplemente descontrolarlos. No van al cambio estructural. Hay que saber, por ejemplo, que los desperdicios tienen muchos materiales críticos que son necesarios y que pueden reutilizarse; sino, de otro modo, el problema de los crecientes impactos ambientales de las minas y el decrecimiento de las leyes de riqueza mineral generarán serios problemas de suministro y de contaminación a escala planetaria. Es imprescindible recuperar los desperdicios, que son valiosos, como los metales y otros materiales con la finalidad hacer tantos ciclos como sean posibles. De otra manera no tendremos futuro. En estos temas falta mucha nueva legislación, porque no hay consciencia del problema al que nos enfrentamos.
¿Qué debemos hacer desde la ciudadanía?
Tengo algunas ideas al respecto. Debemos ser más activistas. Nuestras sociedades, tarde o temprano, o vivirán en sus residuos, ¡o… de sus residuos! Por ello es importante reconocer que el desperdicio es nuestro último recurso. Hay un importante potencial allí. Es necesario que le gente entiendo eso. El desperdicio es el futuro, y ha aparecido una nueva actividad que se ha llamado Minería Urbana. Es necesario que las empresas comiencen a explotar esta nueva fuente minero-metalúrgica. Pero también los procesos de diseño de equipos deben ser diseñados pensando en los procesos de desensamblaje, eso se llama eco-diseño y consiste en facilitar el fin de vida, su reutilización y su reciclado. Hay una ley del reciclaje poco conocida: El fin de vida de un producto no coincide con el de sus componentes. Esta idea da lugar a múltiples nuevos/viejos negocios en los que recuperar de la chatarra aquello que aún resulta útil. Y a partir de allí pensar en una nueva manera de vivir. La ciudadanía, entonces no solo debe ser activista en el reclamo a los políticos para gestionar mejor el cambio climático, sino fundamentalmente en reflexionar sobre el rediseño de la sociedad en general. Hacer que las cosas duren, que lo antiguo no sea viejo, sino prestigioso. Un vehículo antiguo no tiene porqué ser viejo, sino que a base de mejoras continuas convertirlo en un vehículo histórico que ha pasado el umbral del prestigio. En las últimas décadas se han perdido demasiados puestos de trabajo remendón, que habría que recuperar si las materias primas costaran mucho más que las remendadas. El placer de estrenar es una enfermedad de la sociedad aún adolescente con los bienes escasos de la naturaleza. Conservar las materias primas es conservar la Naturaleza.
¿Hablando de diseño, los modelos y metodologías de ecodiseño que se viene implementando como Cradle to Cradle, son valiosos y necesarios?
En mi opinión, eso no es suficiente. Cradle to Cradle, por ejemplo, no aborda toda la problemática. Se enfoca, fundamentalmente, en la parte inicial del proceso, en el primer círculo. En el diseño. Es valioso, pero no es suficiente. Necesitamos pensar en diversos ciclos posibles al mismo tiempo, con la misma intensidad. No es suficiente el primer ciclo. Desafortunadamente, a veces, se utiliza la idea de la Cuna a la Cuna, como el subciclado, es decir, una metodología de ciclo descendente que utiliza los desperdicios del primer uso, bienes siguientes con menos valor que los del primer ciclo. Necesitamos entender también, por ejemplo, que la gestión de los residuos, en especial, de los más escasos, deben tener un modelo de gestión que les agregue mayor valor. Se necesitan muchos ciclos de aprovechamiento a los recursos naturales que explotamos. No se puede admitir que algo que nos ha costado tanto a todos nosotros, como la extracción de minerales, por ejemplo, solo tenga un primer uso valioso y luego el resto de usos de sus siguientes ciclos, tengan un mínimo o nulo valor.
¿Cómo ves el futuro?
¿De qué futuro hablamos? ¿A diez años, a una generación, a fin de siglo, o a fin de la humanidad por pérdida de la riqueza mineral del Planeta? Nos hemos inyectado directamente en vena la droga de los combustibles fósiles, y hemos creído que todo el planeta era nuestro, de las personas que hoy vivimos. Ni cuentan los que aún no han nacido, ni las moscas, las ratas, las bacterias o los elefantes y las plantas que formamos entre todos un ecosistema interdependiente y único en el Universo. Al menos tan único como para no pensar en la quimera de que existan planetas parecidos a una distancia menor que toda la historia de la vida en este planeta.
Ya hoy sabemos que muchos de los dispendios que nuestra generación ha hecho, ninguna de las siguientes podrá realizar. Somos una generación que será estudiada por nuestros descendientes como la más errónea y dispendiosa de la historia. ¡Vaya vergüenza! Antes de que el siglo se acabe, se habrán hecho tan costosos algunos minerales de los que hoy alegremente utilizamos, que serán mucho más caros que lo que hoy pagamos por el oro o el platino. No habrá ni para todos ni para todo. La única manera de evitar el abismo es preverlo. Los impuestos habrá que enfocarlos a que los bienes que nos da la madre naturaleza que sean más caros que los ya extraídos. Porque la materia ni se crea ni se destruye, solo se transforma y se dispersa después de su uso. Pero separar y concentrar es caro, muy caro. La inteligencia artificial no es suficientemente inteligente para separar y recuperar, porque es un proceso borroso que requiere mucho criterio, y las máquinas no son tolerantes a los fallos imprevistos. Las personas sí. Por ello, los impuestos deben liberar de cargas al trabajo y cargarse a los materiales naturales y a su contaminación.
En definitiva, se requieren cambios de mentalidad, de forma de vivir, lo más urgentes posible, pero cambios también del cortoplacismo actual para poner las luces largas. Ya no sirve abrir los ojos a la gente sino sacárselos de sus órbitas, viendo el futuro que nos espera. De los avances tecnológicos solo nos cuentan quimeras de mundos maravillosos, pero nadie cuenta la cara oculta de esos avances digitales, energéticos, ambientales… Deberíamos aprender del sistema farmacéutico global, que no permite sacar medicamentos a la luz si no demuestran sus efectos beneficiosos tras penosas pruebas científicamente contrastadas. E incluso, les obligan a añadir un prospecto que detalla las contraindicaciones de su ingesta. ¿Por qué no se hace esto con todas las nuevas tecnologías? Incluso los avances científicos sólo relatan lo positivo y pocas veces sus impactos negativos. Está todo por hacer, y el futuro dependerá mucho de las decisiones que hoy tomemos. Creo sinceramente que el mensaje de los adolescentes liderados por Greta Thunberg, es muy necesario, pero tenemos hoy todos demasiados intereses para que cambiemos. Incluidos los jóvenes.